Doctor Strange en el multiverso de la locura: la magia vuelve a Marvel
Doctor Strange en el multiverso de la locura: la magia vuelve a Marvel.
El pasado seis de mayo por fin llegó a cines la esperada secuela del Doctor Extraño, un personaje que a lo largo de las películas producidas por Marvel Studios se ha ido desarrollando hasta ser uno de los más queridos por el público. Esta secuela viene de la mano del grandísimo director Sam Raimi, conocido por la saga de Posesión Infernal (1981-2015) o la trilogía de Spider-Man (2002-2007) entre otras, innovando con las formas visuales que el Universo Cinematográfico Marvel posee. Todo ello sustentado por un reparto excepcional hace que la película sea de las más espectaculares que este gran universo compartido nos ha regalado.
La película nos presenta a un Strange ya curtido por los años que, después de la aparición de América Chávez, una joven con la capacidad de viajar entre universos, descubre que Wanda Maximoff, la Bruja Escarlata, está intentando utilizar a América para viajar entre universos y conseguir estar al lado de sus hijos perdidos. Todo ello desembocará en un viaje multiversal para evitar que Wanda destruya todo y cuanto toma a su paso y que se corrompa por completo.
Comencemos con el gran protagonista: Doctor Strange. Interpretado por el magnífico Benedict Cumberbatch (Sherlock (2010), El poder del perro (2021) o The imitation game (2014)), el personaje que ya llevamos viendo durante cuatro películas comienza a desarrollarse de una forma jamás antes vista, curando traumas del pasado, creando nuevos e intentando superar las situaciones que le oscurecen la vida, planteando si realmente, pese a ser una de las personas más poderosas del multiverso es realmente feliz. Y esta tridimensionalidad no sería efectiva si no fuera por el grandísimo actor que hay detrás de él. Cumberbatch nos regala no solo una, sino hasta cuatro versiones del mismo personaje en diferentes universos, siendo todas y cada una de ellas un nuevo reto interpretativo. Vemos en todo momento las intenciones claras, su actitud arrogante genera muchos momentos cómicos que distensan la película por momentos, y logramos observar el dolor que sufre a través de sus ojos. Empatizamos con él, comprendemos su dolor y las situaciones tan duras que le han hecho estar donde ha llegado a estar, demostrando que no solo es uno de los hechiceros más poderosos que existen, sino que también es humano, y por ende, siente y sufre.
Por otra parte, Wanda, en esta ocasión convertida en la Bruja Escarlata, sirve como una antagonista completamente terrorífica. Tras los eventos sucedidos en Wanda Vision (2021) y la pérdida de sus hijos luchará contra todo lo que sea necesario con tal de recuperarlos, aunque sean variantes de otro universo. Elizabeth Olsen (Oldboy (2013), Wanda Vision (2021), o Sorry for Your Loss (2019)) interpretando a la bruja favorita de todos está que se sale, con una interpretación de diez, como ya viene siendo costumbre con esta actriz. Los ligeros matices lo son todo, convirtiendo una vez más a Wanda en una verdadera amenaza para sus enemigos, dotando al personaje de una personalidad y carácter inigualables, y demostrando de lo que una madre sería capaz por sus hijos. Si bien la actriz hace un trabajo impecable, el guión no siempre juega a su favor con el personaje. Durante cuatro películas y una serie propia, se ha ido desarrollando todo el arco argumental completo del personaje, creando de ella alguien totalmente tridimensional, con quien se empatiza fácilmente, y a quien quieres y respetas por todo lo que ha sufrido y por quién es; sin embargo en esta cinta, pese a que ser la antagonista era el paso lógico, la convierten en una simple villana de turno que, aunque supone una gran amenaza, no está totalmente justificada en sus acciones, quitándole ese trasfondo totalmente trágico que el personaje ha ido teniendo. Sin embargo y pese a todo, sigo amando tanto al personaje como a la actriz.
Por otro lado, y como personaje clave dentro de la trama, aparece por primera vez en la pantalla grande América Chávez, una joven adolescente que, a través de unos portales con forma de estrella, es capaz de saltar entre universos, sin embargo todavía no tiene claro cómo controlar sus poderes, ya que solo se activan en los momentos en los que ella se encuentra en una situación de máximo terror. Interpretada por Xochitl Gomez, actriz en ciernes que no destaca por nada reconocido, lleva al personaje a un punto cómico propio de una persona de su edad. Es carismática, divertida, agradable y rompedora, además de tener una personalidad arrolladora que compite cara a cara con la de Strange. Volvemos a tener a Wong interpretado por Benedict Wong (Marte (2015), Prometheus (2012), o Painkiller (2017)), quien esta vez es el Hechicero Supremo (gag recurrente durante el film). Este servirá como motor para que Wanda consiga llegar a sus objetivos mientras le retiene medio moribundo. La química que Wong y Strange tienen en pantalla es genial, sintiendo una verdadera amistad entre ambos.
Y por supuesto hay que nombrar a Rachel McAdams (El diario de Noa (2004), Cuestión de tiempo (2013) o Eurovisión (2020)) como Christine Palmer, otro de los personajes claves para el desarrollo del protagonista, quien vive enamorado de ella pese a que los años pasan. En esta película se le da más tiempo en pantalla, y se le añaden ciertos elementos de acción que le van de lujo para que sea más importante en la trama.
Como ya he comentado, Sam Raimi está al volante de esta dirección, marcando su estilo totalmente personal y único. Este trae a Marvel ciertos toques visuales que anteriormente no se habrían podido trabajar, sin embargo aquí rompe con el esquema típico de estas producciones para asombrar con los juegos visuales que maneja. Planos en movimiento continuo, tensión terrorífica en muchas escenas, creatividad en las transiciones, planos cortos con total expresividad, un cameo de Bruce Campbell, y por supuesto, violencia explícita y espectacular. Y ¿quién mejor que un director iniciado dirigiendo películas de terror para traer a una villana que se convierte en un monstruo macabro a quien es imposible parar, destruyendo todo lo que coge a su paso? Personalmente, creo que no había una opción mejor. Sin embargo, se nota que sus límites están bien marcados. Marvel intenta mantener una cohesión entre todas sus películas, tanto argumental, como visualmente. Es notable que en ocasiones se ve limitado por el estudio, quien prefiere un tono común en todas sus películas y series que arriesgar por completo en lo que el director pueda dar de sí.
Una especial mención también a Danny Elfman, compositor de esta banda sonora. Bebiendo de la maravillosa base musical que Michael Giacchino dejó en la primera entrega, remodela la misma para darle totalmente un giro. Pese a que por sí sola es muy chula, no está a la altura de la anterior, quitándole mucha magia de lo que la primera era, y convirtiéndola en una música genérica muy similar al trabajo que ya ha hecho el compositor previamente.
En definitiva, la película es un nuevo espectáculo lleno de magia y diversión totalmente disfrutable. Como fan de los cómics, y en especial de este personaje, el ver adaptados muchos de los elementos que conforman las historias de las viñetas reflejadas en la gran pantalla me hacen tremendamente feliz. Y es por eso mismo que, pese a ver sus errores (que los tiene), y pensar en qué se podría mejorar, la disfruto, porque soy un fan, y porque las películas de Marvel las vivo y las siento. Siempre romperé una lanza a favor de este género, ya que si superproducciones de este estilo, por poco de autor que tengan, o por muy similares que parezcan, hacen que millones de personas alrededor del mundo se conjunten en las salas de cine para gritar y aplaudir cuando sus personajes favoritos aparecen en pantalla, cuando ven una referencia al cómic, o cuando escucha una sintonía que les recuerda a su infancia. Porque Marvel no es solo entretenimiento, Marvel es pasión, y mientras me haga disfrutar y vivir su cine de la misma forma que lo ha conseguido hasta la fecha, yo saldré feliz y satisfecho del cine.
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